A petición de algunas amigas, publico mi intervención en el acto "Educar en Igualdad", celebrado en el SP de Enseñanza de Sevilla el día 3 de marzo
"Monitoras de aula matinal, profesoras
universitarias, cocineras, catedráticas, monitoras de comedor, profesoras de
secundaria, monitoras administrativas, limpiadoras, maestras de infantil, de
educación especial, logopedas, conserjes, maestras de taller, auxiliares de
laboratorio, educadoras sociales,…
La educación es un sector en el que las
mujeres trabajan de forma mayoritaria, porque tradicionalmente se ha asociado
al cuidado de los demás. Sin embargo, el empleo en educación puede
representarse como una pirámide, en cuya base se encuentran las mujeres y en el
vértice los hombres.
En esta base de la pirámide se instalan la
precariedad, la temporalidad, los contratos basura, auspiciados en muchas
ocasiones por la privatización de servicios por parte de la Administración.
En la base de la pirámide se encuentra la
monitora de E. Infantil que te enseña los primeros hábitos en la guardería, la
cocinera que te prepara la comida, la maestra que dirige tu primera asamblea en
un aula… Hasta Primaria no empiezan a aparecer los primeros varones, profesores
de educación física y maestros en el tercer ciclo, por regla general, que
suelen copar los equipos directivos. A medida que subimos por la pirámide se va
equilibrando el número de hombres y de mujeres que trabajan en educación. Pero arriba, en el vértice de la educación
superior, dirigiendo nuestras universidades, apenas hay mujeres. Ni una sola
rectora en los más de 500 años de historia de la Universidad de Sevilla, solo 4
decanas frente a 21 decanos en la actualidad.
Queda mucho camino por recorrer, pero no cabe
duda de que las trabajadoras de la enseñanza hemos avanzado en derechos
relativos a la reproducción y la conciliación: bajas por maternidad, reducción
de jornada, excedencias,…
Sin embargo, podríamos asegurar que en 2014,
la maternidad sigue siendo un obstáculo para el empleo de las mujeres y ese
obstáculo es imposible de superar si se pretende ascender en su carrera
profesional.
En un sector como el de la enseñanza,
donde en teoría no existe brecha
salarial, la pobreza también tiene nombre de mujer, ya que somos las mujeres
las que reducimos la jornada para conciliar, las que solicitamos excedencias
para cuidar a menores y mayores, somos las mujeres las que cotizamos menos y
tendremos más dificultades para la jubilación.
Ante este panorama, habría que buscar vías
legislativas para implicar a los hombres en la corresponsabilidad del cuidado. También
sería preciso un cambio de mentalidad y aquí, la educación, en todos sus
niveles, tiene un gran papel que jugar.
La presencia mayoritaria de las mujeres en la
educación no implica, por sí misma, un cambio en el reparto de tareas, en la
corresponsabilidad. Son necesarias personas comprometidas con la igualdad en
cada centro de trabajo, en cada escuela, instituto o facultad; mujeres y hombres
que promuevan planes de igualdad y proyectos de coeducación.
Ya resultaba complicado llevar a cabo esta
tarea cuando los vientos eran propicios.
Ahora que el gobierno del PP nos devuelve el olor a sacristía, a las
tragedias de los abortos ilegales y a una educación elitista y segregadora,
donde no se mencione la educación afectivo-sexual, más necesario se hace el
compromiso con la coeducación.
Por este motivo, esta tarde, en CCOO, hacemos
un llamamiento a defender la igualdad como una bandera, a defender la
coeducación como una trinchera.(*)
*Parafraseando a Benedetti
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