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Mostrando entradas de diciembre, 2020

El año pandémico

  Acudo a esta cita anual de Nochevieja abrumada por las dudas. Escribo porque escribir también es resistir. Escribo para cerrar la puerta a este fatídico año que, sin embargo, acaparó el inicio más ilusionante. Vivíamos con la certeza de que, a pesar de las crisis, los nefastos gobiernos, el desempleo pertinaz y la violencia de género que no cesa, teníamos la fortuna de ser la primera generación de la historia de España que no sufriría una guerra. Pero estalló la pandemia, la distopía se hizo real y destrozó la quimera. A pesar de ello, hay que sacar fuerzas para decir adiós al año en que perdimos la primavera, convertida en un inmenso agujero negro que se tragó nuestros sueños, el año de la leve tregua de verano, paseando con mascarillas a la orilla del mar, del miedo a la vuelta al cole en septiembre y al desasosiego de la segunda ola, con la fatiga pandémica inoculada en nuestros huesos. Tapiamos con piedras el final de este 2020, que quisiéramos olvidar, en el que aprendimos a pre

Agua que has de beber

En mi pueblo se despiertan estos días con la preocupación del agua, como si la historia se empeñara en  dar tumbos volviendo al mismo punto, trazando el mismo círculo. Parece que este año maldito pretendiese  desbordar el vaso con la última gota de paciencia. Benceno llaman a la última plaga que amenaza a los pueblos de la Campiña y la Sierra Sur, que se desvelan pendientes de los grifos y las cañerías; compran agua embotellada con ansiedad; acarrean garrafas de plástico y bidones y hacen colas junto a un camión cisterna.  Otra vez.  Una vez más. De nuevo. El agua, generadora de vida, se nos negó siempre a estos pueblos de secano. Nos azotaban las sequías cada verano y aguardábamos, como agua de mayo, las horas en las que del grifo manaba el líquido ansiado.  Poseen escasa memoria los pueblos, si no recuerdan que la escasez de agua derramó la sangre y apagó la vida de un hombre en la vecina Carmona, en el no tan lejano año de 1974. Olvidamos que las cisternas de los tejados recogían el