Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2010

FRESAS, NARANJAS Y ROTLLETS EN GUADIX

Llegamos a Guadix sin parar a tomar ni un café enzarzados/as en las discusión que traíamos los ocupantes dcl coche de Lola: Antonio Ramón, Rafael y yo. Cuando bajamos del coche nos quedamos aterid@s de frío. Nadie podía imaginar que las temperaturas fueran tan bajas en el mes de mayo y tuvimos que colocarnos varias capas de ropa. En el CEP de Guadix, a la cinco en punto (hora muy taurina), comenzamos con una desconferencia presentada por Gregorio Toribio, muy conocido maestro de Abrucena, que nos invita a potachovrizarnos con unas preciosas gafas adquiridas para este evento. Aquí empieza la ronda de fotos que nos acompañará durante todo el EABE y hará que algunas echemos de menos aquellas cámaras con carrete que nos sujetaban el dedito en el botoncito. A continuación José Luis Castillo toma la palabra para instarnos a elegir entre ojo o culo. Ante el desconcierto generalizado aclara que la organización escolar nos resulta incómoda por lo que debemos apostar p

UNA NIÑA

Durante las últimas semanas he seguido con asombro las noticias, reportajes, tertulias, artículos de opinión, entradas en blogs, comentarios en facebook y un largo etcétera, sobre la niña expulsada de un instituto madrileño por llevar velo. Como no tenía una opinión formada al respecto, he escuchado cualquier debate medianamente serio y he leído todo lo que ha caído en mis manos o en la pantalla de mi ordenador. Por supuesto, yo partía de mis ideas previas. Una de ellas es la repulsa hacia todo lo que implique que la mujer cubra su rostro. Desde muy joven he abominado de esa costumbre tan española por la cual la mujer se casa con la cara oculta por un velo de tul, del brazo de su padre que la entrega a su futuro esposo y amo. Partiendo de estos principios y como ciudadana que aspira a una educación laica he atendido a los argumentos en este sentido, es decir, los que defendían que en una escuela laica no tiene cabida un velo, que es un símbolo religioso. He mirado por todas partes y no

El tiempo de los maduros, de Mario Andrade

(Un regalo para mi hermano por su 50 cumpleaños) Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora. Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con avidez, pero cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente. Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades. No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y ventajeros. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa. Quie