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Mostrando entradas de 2012

Deseos para un año impar.

El número 13 me rodea, convive conmigo cada día, así que no lo temo. Al contrario, las cifras impares me parecen divertidas, creativas y originales. Me niego a creer que el 2013 pueda ser peor que este "annus horribilis" del que nos despedimos. Como es barato albergar esperanzas y anhelos, he decidido comenzar el año con optimismo y desear que se hagan realidad los sueños de quienes me rodean. Mi lista está compuesta únicamente por veintisiete deseos, uno por cada letra del alfabeto, pero si ves tu reflejo en alguno de ellos, no te quepa duda de que es mera coincidencia: -El próximo año, sobre la cabeza de A dejará de pender la amenaza del desahucio. -B, que trabaja como ingeniero en Londres, regresará con un contrato bajo el brazo y volverá a disfrutar del sol de Sevilla y los potajes de su madre. -La novia de C encontrará trabajo y podrán, al fin, vivir juntos e incluso plantearse la posibilidad de ser padres. -La jornada laboral de D no se verá reducida y cob

LOMCE VS COEDUCACIÓN

En esta pesadilla en la que nos debatimos últimamente, cuando encender el ordenador cada mañana y asomarse a los titulares de la prensa nacional se ha convertido en un acto de masoquismo, nos cae encima la LOMCE, esa ley que el ministro Wert (alter ego de Gollum) ha escrito en un menage à trois con la conferencia episcopal y el OPUS DEI. Se suceden las noticias, reportajes y columnas reprobando el engendro que nos devolverá a la escuela del franquismo, a un modelo segregador, que ahonda en las diferencias, academicista y revanchista. La teoría neoliberal y mercantilista que subyace nos presenta la educación como mera urdidora de mano de obra lista para acceder al mercado laboral con las manos atadas y la boca cerrada. Nunca había cobrado tanta actualidad el dibujo de Tonucci “La máquina de la escuela”. Los medios de comunicación se empecinan en el debate sobre el aprendizaje del catalán y el ministro declara que se crece con cada polémica. Se denuncia la disminución de l

Dolor del niño triste

Un niño triste al final de la clase. Un niño enclenque, solitario, silencioso, con el pelo sucio y el chándal barato muy gastado. A veces se sentaba solo, no porque él lo hubiera elegido, sino porque su tutora así lo decidía: no había hecho los derechos, olvidó el material, suspendió un examen... A la maestra le consumía la rabia, pues solo veía un niño triste y solo, una madre pobre y superada por las circunstancias. Un niño triste rodeado de uniformes, de camisetas de marca y móviles de última generación. La maestra se hacía la olvidadiza si no llevaba el libro o no tenía hecha la tarea. Le alababa su aptitud para el idioma, su pronunciación casi perfecta sin academias ni clases extraescolares. ¡Era tan poco lo que podía hacer para aliviar su tristeza! Hoy lo ha encontrado en la calle, junto a la biblioteca, cargando a la espalda su pesada mochila. El niño, tan pequeño, ahora estudia en el instituto. -¿Vas a la biblioteca a estudiar? -A hacer los deberes, ha respondid

Gimnasio para mujeres

He de confesar que acudo a un gimnasio solo para mujeres. Me auto-inculpo de este pecado nada venial, pues aborrezco de todo espacio capaz de excluir a cualquier persona. Sirva como atenuante que el gimnasio está justo al lado de mi casa y la fachada está pintada en tonos rosas y violetas, por lo que resulta difícil no caer en la tentación. Lo visité poco después de su apertura. La gerente, rubia con mechas, talla 36, tacones de 10 centímetros y blusa de leopardo, me recibió con un peso, una cinta métrica y la más hipócrita de sus sonrisas. - ¡Quieta! , le advertí. A mí no me mide ni Dios y para decirme que pierda peso debes tener, por lo menos, un grado en medicina . Escapé como si me hubiera topado con Freddy Krueger y no regresé hasta un año más tarde, cuando me había recuperado de la primera impresión. La gerente seguía allí, encaramada en sus taconazos, pero esta vez le puse bien claras mis condiciones y me matriculé. Hice de tripas corazón para no mirar la almibar

Razones y confianzas

Razones Instalada en una edad indefinida, entre los 50 y los 60 años, a pesar de los kilos y los años que no perdonan, aún conserva unos ojos bellos aunque tristísimos. Llega por enésima vez para preguntar si hay alguna posibilidad de una sustitución, una baja por enfermedad, unos días de trabajo... Pero no hay nada, ni un atisbo de esperanza para ella. Ojalá pudiera ir a la huelga, asegura, porque ella nunca ha dejado de movilizarse y aunque esté desempleada no se quedará en casa el 14 de noviembre. Porque si se detiene se cae. Y ella, con sus ojos tristes, prefiere seguir caminando, repartir comida en el barrio, crear grupos de ayuda mutua, escuchar a otras personas. Porque si mira alrededor no piensa en sí misma, no tiene tiempo para caer en la desesperación. Confianzas Al regresar a casa, con los ojos de ella prendidos en mi mente, enciendo el ordenador y me conecto al bendito twitter que me acerca este poema de Juan Gelman: “ se sienta a la mesa y escribe &

Para supervivientes

No resulta fácil reconocer a un superviviente. Mantienen en todo momento una apariencia corriente, incluso anodina. Su ropa, su corte de pelo, su postura corporal y sus andares no reflejan su condición. Se levantan cada mañana y acuden a su trabajo, si lo tienen, o a la cola del paro en el caso de encontrarse en esta situación. Compran en el mismo supermercado que tú, toman una cerveza en el bar de la esquina, pasean el perro por el parque... Vives rodeada de supervivientes aunque existen muy pocas probabilidades de que los puedas distinguir. En la mayoría de los casos no son conscientes de que poseen la marca de la supervivencia. Desde muy jóvenes entienden de tropiezos y caídas. Las piedras del camino son habituales compañeras de viaje y han aprendido a caer y a levantarse, caer y levantarse, caer y levantarse,... La persona superviviente tiene la piel curtida por heridas y desgarros. Ha adquirido la costumbre de aplicar emplastos para que el dolor no le impida continu

La suerte de las feas

En la tertulia matinal de la Cadena Ser, los tertulianos hablan sobre la pareja del nuevo presidente francés, F. Hollande. Solo al final de tan interesante debate una de las tertulianas se atreve a comentar tímidamente: -¡Vaya tontería! ¿Por qué no debatimos ahora sobre el estilismo del marido de Mérkel? Escucha la radio mientras desayuna en la cocina. Ni siquiera se asombra de ese hábito de cuestionar a las mujeres públicas por su aspecto físico o su adaptación a la moda, como si la gestión y el discurso tuvieran que conjuntarse con el peinado. El día antes había leído un artículo titulado La liberación de Hillary , donde se muestra a una señora Clinton feliz por acercarse a los sesenta y no tener que avergonzarse de sus gafas de miope o su imagen poco agraciada. Se ha pasado media vida deseando ser más alta, más delgada, más bella, aunque no más rubia, con la certeza de que ellas lo tenían más fácil. En la juventud creía que las mujeres poseedoras del don de la belleza n

Estación del Prado

El día que mis ojos se posaron en Valdelarco cumplí un viejo sueño. Ante mí aparecieron, por fin, los tejados que trepan por el cerro sosteniendo la torre. Durante años, la imagen del pueblo onubense me saludaba al entrar en la estación del Prado como una promesa de felicidad. Un autobús te podía acercar a la tierra prometida, al pueblo encaramado en el cerro, al abrigo de las chimeneas, al calor del carbón de encina. Siendo estudiante, cada viernes pasaba delante del mural con la maleta a cuestas, repleta de ropa sucia y el domingo por la tarde regresaba con la misma maleta oliendo a suavizante, tortilla de patatas, filetes empanados. Mientras, me aguardaban en la estación las calles empinadas de Valdelarco. En la estación adquirí el concepto de la espera. Arrebujada en el abrigo, sentada en un banco de hierro, permanecía inalterable a los vientos que se daban cita entre las columnas y los andenes. Solo cabía sostener el libro, los apuntes, el periódico y leer mientras lleg

Viento del este, viento del oeste

La vida es tan corta que apenas permite leer unos pocos libros, una mínima porción de las historias que pueblan el planeta. Tenemos tanta prisa por recorrer nuevos caminos que difícilmente hollaremos la tierra antes pisada. De vez en cuando es preciso detener el paso, girar la cabeza hacia atrás y tomar aire profundamente. Entonces aparece el momento adecuado para releer un libro que haya dejado cicatrices en tu piel y contrastar el recuerdo y presente de la prosa a la que te enfrentas por segunda vez. A los trece o catorce me topé con Viento del Este, Viento del Oeste de Pearl S. Buck. Este encuentro casual me produjo tal conmoción que perduró a lo largo de varias décadas y muchas lecturas. Dos imágenes se alojaron en mi mente: la venda que la protagonista se retira del pie prisionero y su mano torpe, incapaz de girar un picaporte. El transcurrir del tiempo no restó interés al segundo encuentro. En la primera de las historias que narra la protagonista, Kwie-lan (ante

Panorámica noruega

Norway: el camino del Norte

He de confesar que nunca he vivido por encima de mis posibilidades. Al contrario, siempre seguí los consejos de mis mayores que me educaron en la austeridad y la contención. Pero si tengo que elegir entre poseer muebles o maletas, siempre elijo las últimas, aunque sean humildes y sencillas. Este verano me preocupaba embarcarme en un viaje. Pretenden hacernos creer que el funcionariado es culpable de las desgracias de este país y a los recortes anteriores nos añaden la supresión de la paga extra de navidad y una subida del IVA que hará temblar nuestros castigados bolsillos. -¡Carpe diem! Exclamé para mis adentros. No sabemos qué nueva tortura nos depararán Merkel y Rajoy durante el crudo invierno y es posible que el próximo verano no podamos viajar al extranjero. Así que empujados por el temor al riesgo de la prima, nos lanzamos a Noruega. Enganchada como ando a Juego de Tronos llevaba el kindle a rebosar, ya que suelo leer mucho en los viajes, sobre todo si hay mucho

MUROS AJENOS

Cada casa es un mundo, un paisaje, una vida diferente. Así entiendo cada verano cuando me convierto en nómada y habito muros ajenos. En un hotel siempre serás una invitada, una viajera de paso. En una casa o un apartamento albergas la ilusión de que emprendes una nueva andadura. Imaginas que te transformas en otro personaje, tomas prestados sus muebles, sus enseres. Compras en el supermercado de la esquina; tomas café en la terraza cercana; observas a los transeúntes por la ventana. A veces, incluso entablas conversación con los vecinos; te regalan una lechuga del huerto o preparan una cuajada para ti. Me hubiera gustado repetir en algunas de estas casas de verano. Pero la nómada que llevo dentro busca cada año otros paisajes para sus retinas. ¡Son tantos los mundos por visitar y es tan corta la vida! En la ladera de Los Picos de Europa se encontraba la casa de Tanarrio. Muros de piedra, chimenea, silencio. En el jardín, una mesa de madera y un castaño de anchas hojas. Me hubie

La revancha (Historias de escuela)

Su mejor amiga tenía una letra pequeña y redonda, con la que escribía textos llenos de sensatez. En el año 1978, en aquel pueblo de la campiña sevillana había muy pocos estudiantes. Pero su amiga obtuvo tan buenas notas al acabar la EGB que la maestra se empeñó en que cursara el BUP. Sus padres, jornaleros, jamás habían albergado tal idea, por lo cual, tuvo que dedicar varias tardes a hablar con ellos hasta que quedaron convencidos. La maestra se fue de vacaciones después de que sus alumnas hicieran la preinscripción y cumplimentaran la beca. Solo faltaba la matrícula en el mes de julio. Aún recuerda aquella tarde con tristeza, aunque sin la rabia y la impotencia que la acompañó durante años. Visitó a su amiga para acordar la hora de tomar el autobús para el instituto, que distaba quince kilómetros de su pueblo. La muchacha sostenía en brazos a su hermana pequeña, un bebé de pocos meses. Le contó que no la acompañaría y cuando ella, sorprendida, demandó una explicación solo

Soy de la Pública

Hace unos días, tras leer el artículo de Santos Guerra titulado La historia del colibrí , descubrí que me sentía como el colibrí de la narración, empeñada en apagar el incendio del bosque con las gotas de agua que puede transportar en su piquito. Deseo escribir un post para defender la Escuela Pública y mi cabeza se llena de imágenes tan personales y emotivas que me impiden ser objetiva. Aún no he cumplido cinco años y lloro todos los días por ir al colegio. En el pueblo solo hay una escuela unitaria, la Escuela Parroquial, con aulas segregadas para niños y niñas. Son los años sesenta, el país vive en una dictadura y la educación no es ni obligatoria ni gratuita. Como aún soy pequeña no hay pupitre para mí y mi madre me compra una sillita de anea para sentarme en clase. Estudio 2º de Primaria en la Escuela del Cuartel, unas habitaciones habilitadas como aulas encima del cuartel de la Guardia Civil. Hacemos el recreo en un pequeño patio empedrado en el que reina un árbol de h

Escarcha de tus días

Después del almuerzo C. y yo preparamos una quiche para presentar en la semana de la francofonía de su instituto. -Tú serás mi pinche, le digo. -Yo no soy pinche, soy cocinera, refunfuña como cándida adolescente. -Todos los cocineros han tenido que ser antes pinches. Intento convencerla pero se resiste. -Pues yo no seré nunca pinche, cocinera desde el principio, sigue protestando. Al fin se conforma con pesar los ingredientes, picar el bacon y la cebolla en trozos muy pequeños. Mientras corta con precisión milimétrica la oigo canturrear:  "Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre  y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda" -¡Ah!, ¿pero te sabes esa canción? _¡Como para no sabérselo! exclama con un bufido mientras me dirige una de sus sonrisas picaronas

MUNDOS ILETRADOS Y HOJAS SARRACENAS

A petición de la Tribu 2.0 escribí  este AUTORRETRATO LECTOR, que ahora transcribo aquí: Nada hacía presagiar que me convertiría en lectora contumaz. El único libro que había en mi casa era el libro de familia. Veranos tediosos y siestas eternas en las que mi padre me enseñaba a escribir palabras en el aire. Noches de invierno al calor del brasero de picón en las que mi madre contaba historias reales que nada tenían que envidiar a los novelones dieciochescos... Éstos son los antecedentes literarios de mi infancia. Vivíamos en un mundo iletrado, lleno de canciones de corro y juegos en la calle, de coplas flamencas y culebrones radiofónicos, en calles sin asfaltar, enfangadas en invierno, polvorientas en verano. Pero todo cambió el día que entró en mi vida “La hoja sarracena”. Hasta ese momento, mi hermano y yo habíamos sido devoradores de cómics: Jabato, Capitán Trueno, Zipi y Zape, Mortadelo,... Comprábamos, prestábamos y leíamos cuanto caía en nuestras manos. Yo me perdía

PREMIO LIEBSTER

Este blog, que surgió por casualidad y sin ninguna expectativa, me ha proporcionado muchas satisfacciones, entre ellas contactar con personas a las que me unen distintos intereses. Es un blog pequeño y humilde en el que me permito escribir sobre lo que me apetece y cuando me parece conveniente. Es por ello que me llena de satisfacción tener lectores/as y aún más que consideren que merezco un premio Leibster (Significa favorito en alemán). He recibido este galardón, destinado a blogs poco conocidos, por dos vías diferentes. La primera es a través de Manolo López y su blog Mi clase de lengua . Curioso es que después de algunas brazadas y muchas conversaciones acuáticas, además de ser la tutora de su hijo, acordáramos que nos unían dos pasiones: la educación y la literatura. La segunda mención la realiza Carmen Cañabate en su blog Cuentos de brujas y otras zarandanjas . Me emociona que el azar de Internet nos pusiera en contacto y podamos seguir leyéndonos y compartiendo desde en

HISTORIA DE ANANUBE

Solo tenía dos días cuando Ananube entró en aquella casa sin muebles. Abrió mucho los ojos al sentirse deslumbrada por las paredes blancas. En el salón había un sofá, un pequeño televisor, un teléfono sobre una caja de cartón y un coche de bebé en el centro. -¡ Uff!, ¿dónde he caído yo? , habría exclamado Ananube si hubiese podido hablar. Se limitó a observar desde los brazos de su madre que la depositó, con mucha aprensión, en el carro. Las sábanas eran suaves y tenían un pequeño detalle bordado a mano. Al cochecito de bebé se asomaron dos cabezas que ya le eran familiares: la muchacha ojerosa que debía ser su madre y el chico con rostro asustadizo que seguramente sería su padre. - ¡Vaya suerte!, habría pensado Ananube. ¡Una madre primeriza y un padre novato! Anda que empezamos bien. Pero como estaba muy cansada del viaje se durmió plácidamente. Despertó horas más tarde en un cuarto de baño donde habían instalado una bañera plegable. La madre la sostenía mientras el

El lector de Julio Verne

Almudena Grandes es, sin lugar a dudas, una de mis autoras de referencia. He pasado con ella muy gratos momentos, desde que descubrí casualmente “Malena es un nombre de tango” y me lancé a devorar todas sus obras. Desde entonces no he dejado de leer todo lo publicado, además de seguir sus artículos en El País. “La más Grande” ( apelativo irónico de una amiga), transmite la imagen de mujer apasionada, comprometida y visceral, características que contagia a sus personajes. Sus novelas tienen la virtud de atraparte desde la primera página En “Los aires difíciles”, su novela gaditana, abandonó el entorno madrileño y se acercó al sur, no solo como veraneante, sino como territorio literario. Durante los últimos años Almudena Grandes se ha propuesto la galdosiana tarea de novelar algunos episodios menos conocidos de la guerra civil y la posguerra. Inés y la alegría inició en 2010 esta colección editada por Tusquets aunque “El corazón helado”, escrito con anterioridad, también se c

DIARIO DE INVIERNO de Paul Auster

Al “entrar en el invierno de tu vida” resulta natural echar una ojeada hacia atrás, pensar en lo que somos, en la forma en que hemos llegado al presente, en las heridas del corazón y en las heridas de la piel. Conozco a personas anónimas que han puesto su último empeño en escribir sobre su propia vida, como un legado hacia generaciones posteriores, dejando en herencia las historias que no se han podido narrar, el tesoro acumulado por la experiencia. Por tanto, no es de extrañar que un escritor consagrado como Paul Auster caiga en la tentación de redactar su biografía. Existen antecedentes en este sentido. Entre las leídas recuerdo “La arboleda perdida” de Rafael Alberti, “Confieso que he vivido” de Neruda o “Vivir para contarlo” de García Márquez. “Diario de invierno” no tiene nada en común con ellas pues los acontecimientos y la sucesión de los hechos carecen de importancia. La última obra de Auster es una larga carta, un diario sin fecha, que el autor se escribe a

Leer entre túneles

Microrrelato finalista del certamen "Donde lees tú" de la Fundación German Sánchez Rupérez " La oigo llorar. Suena como un gatito maullando. Su llanto atraviesa el túnel de mis sueños. Es tan pequeña con sus deditos arrugados. Me incorporo en la cama. A tientas, enciendo el interruptor de la lámpara. Tomo a la niña en mis brazos y la acomodo en mi pecho izquierdo. Cuando noto que chupa con fruición alargo la mano derecha y abro el volumen  que hay sobre la mesilla de noche. La niña se mueve inquieta. Cierro el libro. La cambio de pecho.  En esta postura  es más difícil leer. Abro el libro con mucho tiento. Estiro la cabeza por encima de la suya para ver las letras.  Termina de mamar y la poso sobre mi hombro. Expulsa los gases lentamente. La arropo en la cuna. Apago la luz y me refugio bajo el edredón.  La oigo succionar el chupete. Entro de nuevo en el túnel del sueño."

¿Para qué sirve un EABE?

No hace mucho aprendí a escribir sin prisa, sobre todo crónicas de eventos. Siempre me inclino por crónicas sentimentales o gastronómicas. Regreso cargada de emociones, abrazos, sonrisas y encuentros que me impiden analizar con claridad y desarrollar un tema medianamente serio. Durante los días 9 y 10 de marzo asistí en Carmona al EABE12, un encuentro de profesorado de todos los niveles educativos relacionados de una u otra forma con las TIC. Las siglas EABE están a punto de perder la A de andaluz y la B de blog. Cuando estábamos en la recta final del encuentro un alumno lanzó la siguiente pregunta: -”¿Esto va a servir para algo?” -”The answer, my friend, is blowing in the wind” hubiera respondido Bob Dylan. Como no soy Bob Dylan, ni pretendo serlo, intentaré desgranar para qué sirve, desde mi punto de vista, un EABE. En primer lugar, el EABE es el marco idóneo para desvirtualizar. Algunos de los avatares que aparecen en la pantalla de tu ordenador están delante tuya y sient