La Navidad me ha pillado blandita, tan blandita como para que una lágrima despistada resbale por mi mejilla con el famoso anuncio de fiambre.
Cualquier sábado navideño, el metro avanza con el doble de vagones. El sabor agrio de las comidas de empresas ocupa los asientos. Las mejores galas, botas altas, blusas con brillo, abrigos con sutiles estampados visten los cuerpos de la resaca de cerveza y marisco.
Regreso del cine donde he llorado y he reído con la película sobre Gila.
Un titular de prensa advierte que Elon Musk tiene previsto apoyar a la ultraderecha europea.
Imagino a Gila marcando el número del dueño de X:
"¿Es el enemigo? Que se ponga?
Cuando me preguntan por mi lista para Reyes y respondo con la consabida "salud", C me recrimina que es un deseo de personas mayores.
Leo que hay 56 conflictos armados en el mundo, que implican a más de 90 países. Y los niños y niñas de Gaza ahora, además.
mueren de frío.
Da miedo repasar en el periódico la lista de horrores que nos va a traer el 2025, desde las elecciones en Alemania hasta las probables locuras del taimado Trump.
"¡Viva el mal, Viva el Capital!", cantaba la bruja avería.
El mal sigue avanzando, el precio de la vivienda aumenta a un ritmo mayor que el de los salarios. Suerte que el IPC se ha contenido y el precio del aceite ha bajado
Esta crónica va tomando forma de un resumen económico del año y no hay nada más lejos de mi intención.
Manuel Vicent escribe en El País una columna titulada " Tiempo de mandarinas": "Para un joven será un año más; para un viejo será un año menos". Sólo por leer a Vincent ya merece la pena comprar el periódico los domingos.
He empezado a deshacerme de material escolar: fichas, guías didácticas, programaciones... Al abrir las carpetas han saltado de sus fundas fotocopias olvidadas, las que sobran y se guardan por si acaso. Se me ha encogido el estómago al meterlas en la bolsa de basura.
"Quién guarda, halla", repetía mi madre. Aunque de tanto guardar, nos arriesgamos a convertirnos en la envidia de Diógenes.
Hace muy poco nos agobiábamos con el efecto 2000 y ya nos hemos zampado un cuarto del S XXI.
A este 2024, de barro y lodo, habrá mucha gente deseando olvidarlo: los pueblos de Valencia donde se han perdido 231 vidas, las familias de las 47 víctimas mortales de VG...
Aunque también recordaremos la solidaridad del pueblo armado con escoba y cubos y a Gisele Pelicot, caminando con la cabeza muy alta para que la vergüenza cambie de bando.
No se presenta con buenos augurios el próximo año. Un fantasma negro recorre el mundo.
Es el mismo mundo en el que las abuelas argentinas de la Plaza de Mayo han encontrado al nieto 138.
Si ellas pudieron luchar, primero contra una dictadura y ahora contra un loco fascista, nosotras también lo haremos porque venimos de un largo linaje de gente humilde capaz de resistir y construir.
Mientras, seguiré limpiando estanterías para iniciar una nueva etapa y como decía. Gila:
-Te dejo, que tengo que avanzar
Mucha fuerza y mucha salud para construir y avanzar en 2025
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