Los motivos para elegir un viaje pueden ser tan poco
románticos como el precio o la apertura de un nuevo vuelo low cost. Si comienza
la primavera y no eres especialmente seguidora de la Semana Santa, Copenhague
representa un buen destino. El problema surge cuando vives en el profundo sur de
España y las ocasiones en que has disfrutado de algo parecido a la aguanieve se
pueden contar con los dedos de la mano y es posible que te sobre alguno.
Piensas que no hay que preocuparse del frío
porque es primavera, aunque desde un mes antes consultas a diario la
información meteorológica. Compras camisetas térmicas, mallas térmicas,
calcetines térmicos y una bufanda de lana que te tapa hasta las orejas, como si
participaras en una expedición al Himalaya.
Antes de partir, repasas los referentes
culturales que posees sobre Dinamarca: H.C. Andersen, los juguetes Lego, Isak
Dinensen, la serie Borgen y Vikingos.
Aterrizas en Kfvenhavn un martes santo
con pocas horas de sueño, los termómetros indican 2 grados y el cielo permanece
gris. Aquí no se han enterado de que es primavera y a pesar del frío, caminas
durante horas por las calles comerciales, oyendo a las gaviotas que anuncian la
cercanía del mar.
Al final del parque Churchill, los turistas se
agolpan para fotografiar a la Sirenita, el símbolo de la ciudad. No es santa de
mi devoción esta señora, pero reconozco el gran mérito de su autor, H.C.
Andersen, auténtico Patito Feo de la literatura, al que rinden homenaje con un
monumento junto al Boulevard que lleva su nombre y frente al Parque Tívoli.
Durante toda la jornada te embarga la sensación
de que miles de descendientes de Ragnar y Laguerta te rodean. Vikingos y
vikingas aparecen por todas las esquinas, a pie o en bicicleta, tomando café,
comprando un móvil, empujando un cochecito de bebé. Imaginas que en cualquier
momento se van a quitar los abrigos y empuñarán las armas para abordar un
barco.
El segundo día, Kfvenhavn amanece
nevado. Es tan grande tu sorpresa que compartes por whatssap la imagen de la
ciudad con los tejados cubiertos de nieve y las máquinas quitanieves
esparciendo sal. Hace más frío que el día anterior. Hoy los vikingos no podrán
navegar sobre sus bicis, cubiertos de nieve los sillines.
En la ciudad libre de Cristiania, los hippies no
se levantan temprano y nadie hace transitables los caminos entre las calles
pintadas de grafitis. Solo algunos valientes se atreven a vender su mercancía
en un improvisado tenderete en este territorio al margen del estado de
Dinamarca.
En Christiansborg, uno de los castillos de la
realeza en Kfvenhavn, se instalan los tres poderes del estado
de Dinamarca. La serie Borgen recibe este nombre porque es la denominación coloquial
que el pueblo danés otorga a este lugar. La explanada de Borgen aparece
cubierta de nieve por la mañana. Dos caballos de los establos reales caminan
cubiertos. Te parece que Birgitte Nyborg, la primera ministra de la ficción, se
cruza contigo pedaleando en su bicicleta.
Subes a un barco en el colorido puerto de Nyhavn,
que se llena de turistas, deseosos de entrar en calor mientras recorren los
canales.
Tal como amenazaba la previsión del tiempo, la
tercera jornada viene acompañada de nieve. Pero como estás vestida para hacer
senderismo por el Ártico, ello no te impide cumplir con tu programación
viajera.
En Sodenborg Slot, otro palacio de esta dinastía
danesa considerada la más antigua de Europa, quedas hastiada por los miles de
cuadros, camafeos, pulseras, muebles y joyas de gran valor.
Para compensar, muy cerca se halla el Abejdermuseet, Museo de los Trabajadores,
que muestra la vida cotidiana de la clase obrera desde finales del S. XIX. En
una de las salas se recrea una cocina. Una figura de mujer, junto al fregadero
mira por la ventana cómo los copos de nieve caen sobre el tendedero donde
cuelgan varias camisas.
En una cafetería comprendes el “hygge”, concepto
por el que es conocida Dinamarca y que la sitúa entre los países más felices
del mundo. Las mesas y sillones de la
cafetería están muy próximos, apenas hay espacio para transitar. El ambiente es
cálido y huele a café recién molido. Sobre la mesa, una tetera con funda de
ganchillo, un azucarero de porcelana decorada con rosas, un florero con
tulipanes y una vela donde arde una llama temblorosa.
Por la ventana, contemplas las aceras húmedas que
conservan restos de sal. Los copos caen sin prisa sobre los caminantes
enfundados en ropa de abrigo, indiferentes a la nieve y al frío.
Amanece soleado el último día. Paseas por el
Jardín Botánico, que conserva neveros en las zonas más sombrías. La National
Gallery, un museo de pintura impecable, silencioso, invita a la contemplación
relajada de las obras de arte.
La plaza octogonal de Amelienborg, otro de los
palacios reales, está llena de turistas atentos al cambio de guardia. Las
calles de Nyhavn, que habías visitado sin agobios, están abarrotadas de gentío
que hace fotos y toma copas en las numerosas terrazas.
Hoy se van a alcanzar los cuatro grados de
máxima, es primavera en Kfvenhavn y tienes la osadía de quitarte el gorro
de lana e incluso los guantes.
Se desconoce la razón por la que Shakespeare
situó Hamlet en este país y escribió aquello de “Algo huele a podrido en
Dinamarca”. Kfvenhavn es una ciudad limpia, tranquila,
silenciosa, relajada, recorrida por kilómetros de carriles bici, una ciudad que
invita al paseo sosegado. Lo único que huele mal en Dinamarca es la posición de
sus dirigentes durante la primera etapa de la II Guerra Mundial.
De todos los referentes culturales daneses,
quizás el que más te ha perseguido es el de la escritora Isak Dinesen o Karen
Blixen, a la que adjudicas sin remedio el rostro de Meryl Strep en Memorias de
África.
Crees verla en cada mujer mayor con la que te
cruzas. Una de las primeras tardes grises en el puerto de Kfvenhavn, una anciana
estaba sentada en un banco. Cabello totalmente blanco recogido en un moño, piel
clarísima, ojos azules, abrigo y guantes negro. Por un momento imaginaste a la
anciana Isak Dinesen mirando el mar y soñando con África
Comentarios
En tu relato aparece esa contenida pasión de los relatos de Isak Dinesen, de un país pequeño pero orgulloso de su independencia...de Alemania, nada menos...Otra Europa es posible, mientras Dinamarca permanezca en la Unión...¿por mucho tiempo?...