Los
lunes por la mañana, el metro de Sevilla huele a puchero. También a
albóndigas en salsa, lentejas con chorizo y croquetas caseras de
pollo. Las maletas en el suelo de los vagones los delatan. Vienen
cargadas de fiambreras que las madres fueron llenando durante el fin
de semana.
La
muchacha de larga melena ondulada subía en la estación del Prado de
San Sebastián. Parloteaba sin tregua con su compañera en su afán
por hacerla partícipe de las novedades del fin de semana. Movía las
manos para dar más énfasis a un discurso enhebrado con el ceceo
propio de la Sierra Sur. Entre el gentío del vagón, yo me quedaba
perpleja ante su oratoria y la imaginaba en un estrado defendiendo
sus argumentos con valentía.
Los
muchachos que se sentaban juntos venían del mismo pueblo. Se apeaban
siempre en San Bernardo. Tal vez estudiaban magisterio o psicología,
quizás económicas o derecho. Sus apuntes estaban subrayados con
rotuladores de colores vivos: amarillos, rosas, naranjas, azules,...
Se pasaban los folios, se preguntaban el tema y corregían las dudas
con un bic azul.
Una
chica silenciosa aprovechaba para acabar unas actividades de inglés.
Escribía con un lápiz y no temblaba su pulso a pesar de la
velocidad. Parecía tan concentrada que procuraba no moverme para no
molestarle. Tal vez preparaba el B1 para obtener el grado o querría
obtener una beca Erasmus.
A
medida que abandonaban el metro notaba sus ausencias aunque el olor
de las fiambreras persistía en el ambiente. Habían subido y bajado
a lo largo del trayecto: en el Rectorado de la Universidad de
Sevilla, en el campus de Nervión, en la Universidad Pablo de
Olavide,...
Tenían
rostros y voces concretos. Aportaban cada mañana la alegría del
camino por andar, de los sueños por llegar.
Este
curso, medio punto les impedirá a muchos y muchas acceder a la matrícula gratuita: 10.000, dice el ministro;
22.000, afirman los rectores. Un seis y medio provocará que un
tercio de estudiantes no pueda costear un alquiler y un transporte
desde el pueblo. El curso pasado, 24.520 estudiantes menos se
beneficiaron de beca, 578.549 no pudieron obtener ayuda para
material. Este curso, un cambio en los umbrales de renta también
impedirá a muchos jóvenes continuar sus estudios.
Números, cifras, porcentajes, ... Quienes deciden los números no conocen sus
rostros, no visitaron sus pisos de estudiante, jamás probaron el
contenido de sus fiambreras.
Esta
mañana, el metro avanzaba más vacío. Corría por él una suerte de
desaliento intangible.
Esta
mañana he comprobado que me faltan.
Nos
faltan.
Comentarios