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Mostrando entradas de marzo, 2018

Ocho de marzo

Hace unos meses, regresando de un viaje, me detuve en una gasolinera en medio de la nada. El cruce, el desvío, la variante, no recuerdo bien su nombre. Eran las cuatro de la tarde de un luminoso sábado otoñal, esa hora después del almuerzo en la que nadie pasea las calles. Una mujer joven acudió a llenar el depósito. Morena, guapa, la melena rizada le caía por la espalda. Una gasolinera en una carretera secundaria. Caminos agrícolas y olivos, una inmensa llanura de olivos. Entré en la tienda y al rato apareció la misma joven que me había atendido. Mientras me cobraba la botella de agua, busqué las cámaras de seguridad camufladas. Sentí miedo por ella, trabajando sola, en medio de la nada.   Al momento me avergoncé de ese sentimiento. Ante mí a una mujer joven, fuerte, segura, valiente, ocupaba un espacio tradicionalmente reservado a los hombres. Ayer me senté a buscar a la niña que fui. Han transcurrido tantos años que a veces me cuesta encontrarla. La niña ingenua y risueña