Después del almuerzo C. y yo preparamos una quiche para presentar en la semana de la francofonía de su instituto.
-Tú serás mi pinche, le digo.
-Yo no soy pinche, soy cocinera, refunfuña como cándida adolescente.
-Todos los cocineros han tenido que ser antes pinches.
Intento convencerla pero se resiste.
-Pues yo no seré nunca pinche, cocinera desde el principio, sigue protestando.
Al fin se conforma con pesar los ingredientes, picar el bacon y la cebolla en trozos muy pequeños. Mientras corta con precisión milimétrica la oigo canturrear:
"Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda"
-¡Ah!, ¿pero te sabes esa canción?
_¡Como para no sabérselo! exclama con un bufido mientras me dirige una de sus sonrisas picaronas
-Tú serás mi pinche, le digo.
-Yo no soy pinche, soy cocinera, refunfuña como cándida adolescente.
-Todos los cocineros han tenido que ser antes pinches.
Intento convencerla pero se resiste.
-Pues yo no seré nunca pinche, cocinera desde el principio, sigue protestando.
Al fin se conforma con pesar los ingredientes, picar el bacon y la cebolla en trozos muy pequeños. Mientras corta con precisión milimétrica la oigo canturrear:
"Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda"
-¡Ah!, ¿pero te sabes esa canción?
_¡Como para no sabérselo! exclama con un bufido mientras me dirige una de sus sonrisas picaronas
Comentarios
Con lo que te gustan a ti las nanas de la cebolla.
Como siempre, precisión, concisión, y dulzura para contar una historia tierna.
Un saludo.
Manolo