La maestra que aquí escribe no puede separarse de la persona que siente, ni de la madre que intenta cuidar a sus vástagas, ni de la mujer que anda por el mundo procurando levantarse cada vez que tropieza, a pesar de que lo hace continuamente.
Por ello cada vez que despido a un grupo de sexto del que he sido tutora durante dos años, sufro una especie de desgarro emocional del que tardo un tiempo en curarme.
Este curso ha sido especialmente duro, en lo profesional y en lo personal.
Cada año me planteo hacer mi trabajo lo mejor que puedo, lo mejor que sé y continuar aprendiendo para ver si alguna vez termino de conocer este oficio. Pero me asalta la constante preocupación por los errores cometidos cada día, por superar lo que me falta, por no atender como se merece a algún niño, a alguna niña.
Ejercer como tutora, especialista y coordinar el Plan de Igualdad en un centro con muchas unidades puede provocar una dispersión que procuro mitigar con dedicación y esfuerzo aunque no estoy segura si acierto.
Siempre me queda la duda , sobre todo en los grupos a los que imparto la especialidad en sesiones de 45 minutos. Hay niños y niñas que interactúan continuamente, pero también los hay que necesitan que los animes a participar, a hablar y nunca estás segura si haces lo suficiente.
Una de estas niñas me sonreía cada vez que me la cruzaba por un pasillo en el trajín de las últimas semanas.
-You are the best "inglish" teacher, había escrito en un comentario del blog de inglés y francés.
He tenido muy abandonado este blog a final de curso. La última semana de clases lo abrí para ver si había algún cometario por moderar y me encontré una sorpresa:
-Pepa I don't kow if R. told you that i'm not gonna livi in D. with my dad.I am sad and happy,I'm sad becaus I am gonna miss my friend's and I'm happy becaus I am gonna stay with my dad.ç:
El comentario me conmovió porque la niña había encontrado el camino para comunicarse conmigo venciendo su timidez.
No es la primera vez que soy testigo de este proceso. Niñas calladas, tímidas en apariencia, invisibles en el aula, que empiezan escribiendo comentarios en el blog de aula, expresando su opinión y encuentran un vehículo de expresión que les aporta seguridad y las hace crecer como personas.
Una de ellas me hizo un hermoso regalo a final de curso.
En unos grandes almacenes una madre me saludó efusivamente a principios de julio:
-Recupérate, exclamó cariñosamente a modo de despedida.
Al principio no supe cómo interpretarlo, pero después comprendí que las familias y el grupo habían entendido las dificultades de nuestra travesía. Incluso alguna niña había escrito sobre ello en su blog personal.
Ayer encontré una nueva seguidora de este blog.
-¿Cómo me has encontrado? le pregunté en la piscina.
-Tecleé tu nombre en el Google y apareció tu blog.
-Pues me tienes que decir dónde has conseguido la plantilla de tu blog.
-No te preocupes, capturo la pantalla y te la envío mañana mismo, me aseguró.
El sábado me acerqué al punto de información del 15M del pueblo. Un chico próximo a los treinta años se me acercó.
-¿Tú eres Pepa? Fuiste mi maestra hace muchos años.
-Diecisiete años exactamente, respondí señalando a mi hija. Aunque no te hubiera reconocido por la calle supe que habías sido mi alumno cuando leí tu nombre en el facebook.
-Es que yo era muy callado en clase, comentó.
-Estoy segura de ello, al contrario que tu amigo, que era un latoso, bromeamos.
Tal vez no sea sano esta incapacidad para separar la escuela de la vida, dejar de ser maestra cuando sales de la escuela, olvidar la persona que eres cuando entras en el colegio. Pero yo no puedo hacerlo e intento convivir con ello.
Aún tengo que borrar los más de mil correos electrónicos que durante estos dos años he recibido de mi alumnado y sus familias. Quizás cuando lo haga habré superado el lazo emocional que me une al grupo de niñas y niños con los que he convivido este tiempo. Pero todavía no he podido hacerlo.
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