Llamadme utópica. Me lo han dicho muchas veces, cada vez que he expresado la necesidad de cambiar la sociedad en que vivimos.
Llamadme idealista, probablemente lo soy, porque no me resisto a creer que el sistema es inamovible.
Llamadme ilusa por abrigar la esperanza de conocer un mundo más justo.
A principios de año, en este blog, expresé mi malestar por el triste futuro que nos esperaba, con la crisis, la reforma laboral, la pérdida de derechos.
Pero sobre todo me albergaba la tristeza por el inmovilismo que percibía. La apatía, la falta de rebeldía, el individualismo se habían adueñado del país y nada parecía remediarlo.
El mes de mayo ha estallado. Sin banderas, sin consignas, sin siglas. Cargado de metáforas, de sueños.
Trae el frío de las madrugadas, el miedo a las furgonetas de la policía rodeando la plaza, la incertidumbre de las asambleas, las gargantas afónicas.
Trae el frío de las madrugadas, el miedo a las furgonetas de la policía rodeando la plaza, la incertidumbre de las asambleas, las gargantas afónicas.
Este mes de mayo, que recuerda a otro mayo, viene cargado de ideas, sueños, abrazos desconocidos, palabras hermosas y mucha ilusión.
Es posible que esta noche desalojen las plazas, que la Spanish Revolution se disuelva como un azucarillo en una taza de café y el domingo nos despertemos de nuevo en la pesadilla en la que vivimos.
No importa, al menos nos queda la sensación de que no vamos a consentir la impunidad. La rebeldía es ahora un valor en alza.
Comentarios
Ojalá esto haga despertar a los que pueden hacer que las cosas mejoren.
Un saludo