Hacía mucho tiempo que no salía a pasear, siempre con prisas, del colegio a casa y viceversa.
El sábado tenía que ir a correos y aprovechó para hacer unas comprillas por el pueblo.
En correos trabaja Margarita . Como no se ven a menudo y no había más gente esperando conversaron de las niñas, de lo poco que duermen, de lo malos que son los programas de la tele, de la radio, de si prefieres a Pepa Fernández o a Montserrat Domínguez.
En la papelería cercana la atendió A, siempre tan atento, que le mostraba las novedades en bolígrafos de tinta líquida. Mientras, su padre, departía con una clienta:
Yo también estuve en Alemania, pero lo de ahora es distinto. Un sobrino mío y su mujer son ingenieros y se tienen que ir a Alemania porque aquí no tienen empleo.
Vamos, que la Merkel, nos asfixia y después se lleva a la gente preparada, a los que se han formado con nuestro dinero.
Al salir se encontró a M, antiguo alumno. Le fue a dar un beso pero él la sorprendió con un emocionado abrazo.
Dale recuerdos a tu madre y tu padre. Ven a visitarme al cole.
Tomó café en el Estanco. Hace unos años no habría entrado sola a un bar con el serrín esparcido por el suelo, donde la clientela es mayoritariamente masculina y se lee el Marca de pie en la barra. Pero allí la reciben con sonriras y el camarero le trajo la prensa en cuanto le sirvió el café.
Paseó por Las Cuatro Esquinas. Los sábados ponen un mercadillo de artesanía. Aunque los cuadros no son de su gusto, hay ambientecillo por las calles. Se detuvo en el puesto de intercambio de libros porque una vieja edición de Cumbres Borrascosas la estaba mirando.
Entró en la librería Prisma a saludar.
-¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Dónde te metes?
Al bajar por la calle, sale de la pescadería Violeta.
¿Cómo estás? Mal, no se me quita la tristeza. Pero mujer, ¿no has pedido ayuda? ¿No has ido al médico?
Unos pasos más allá aparece Amapola, cargada de bolsas.
¿Qué te pasa? Que me encuentro mal, probablemente me tengan que operar. No te preocupes, cuídate.
En una esquina se encuentra a Rosa y se vuelve a parar: que si el estrés, que no puedo con tanto, que llego al fin de semana agotada.
Cuando entra en casa comprueba que ha tardado tres horas en dar un paseo que suele durar quince minutos. No ha hecho nada pero tiene la impresión de que no ha perdido la mañana.
El sábado tenía que ir a correos y aprovechó para hacer unas comprillas por el pueblo.
En correos trabaja Margarita . Como no se ven a menudo y no había más gente esperando conversaron de las niñas, de lo poco que duermen, de lo malos que son los programas de la tele, de la radio, de si prefieres a Pepa Fernández o a Montserrat Domínguez.
En la papelería cercana la atendió A, siempre tan atento, que le mostraba las novedades en bolígrafos de tinta líquida. Mientras, su padre, departía con una clienta:
Yo también estuve en Alemania, pero lo de ahora es distinto. Un sobrino mío y su mujer son ingenieros y se tienen que ir a Alemania porque aquí no tienen empleo.
Vamos, que la Merkel, nos asfixia y después se lleva a la gente preparada, a los que se han formado con nuestro dinero.
Al salir se encontró a M, antiguo alumno. Le fue a dar un beso pero él la sorprendió con un emocionado abrazo.
Dale recuerdos a tu madre y tu padre. Ven a visitarme al cole.
Tomó café en el Estanco. Hace unos años no habría entrado sola a un bar con el serrín esparcido por el suelo, donde la clientela es mayoritariamente masculina y se lee el Marca de pie en la barra. Pero allí la reciben con sonriras y el camarero le trajo la prensa en cuanto le sirvió el café.
Paseó por Las Cuatro Esquinas. Los sábados ponen un mercadillo de artesanía. Aunque los cuadros no son de su gusto, hay ambientecillo por las calles. Se detuvo en el puesto de intercambio de libros porque una vieja edición de Cumbres Borrascosas la estaba mirando.
Entró en la librería Prisma a saludar.
-¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Dónde te metes?
Al bajar por la calle, sale de la pescadería Violeta.
¿Cómo estás? Mal, no se me quita la tristeza. Pero mujer, ¿no has pedido ayuda? ¿No has ido al médico?
Unos pasos más allá aparece Amapola, cargada de bolsas.
¿Qué te pasa? Que me encuentro mal, probablemente me tengan que operar. No te preocupes, cuídate.
En una esquina se encuentra a Rosa y se vuelve a parar: que si el estrés, que no puedo con tanto, que llego al fin de semana agotada.
Cuando entra en casa comprueba que ha tardado tres horas en dar un paseo que suele durar quince minutos. No ha hecho nada pero tiene la impresión de que no ha perdido la mañana.
Comentarios
Abrazos, Montse
Me gusta que todos tus encuentros sean flores, menos mal que no te encontrastes a ningún cardo. Que haberlos haylos. :P
besitos
Carmela
Me gusta.
Un saludo.
Me ha encantado este paseo por tu-mi pueblo.
Saludos