L. tiene 10 años, es pequeña y silenciosa y me mandó un correo electrónico hace unos días:
-“He escrito varios comentarios en el blog. No sé qué me pasa al principio de las vacaciones, no me acostumbro y echo de menos el colegio”.
-“A mí me pasa lo mismo”, le respondí.
Cuando comienzan las vacaciones, me pasa como a L. Experimento una especie de vértigo que me impulsa a llenar el día con infinidad de actividades, planificar el tiempo que se me antoja vacío.
Así me sentía hace dos años cuando escribí un texto titulado “Odio el verano” que envié a mis compañeros y compañeras del colegio.
Hubo quién me contestó, entre divertido y asombrado por mi espontáneo estallido literario.
Hasta entonces, yo sólo había escrito para mí misma, sin concederme la tentación de buscar lectores/as.
Hace dos años, en esa hiperactividad que me ataca la primera semana de julio, decidí poner en práctica mis recién adquiridos conocimientos tecnológicos y hacer ¡YO SOLA! un blog.
La tecnología y yo nunca nos habíamos llevado bien: los mandos a distancia son artilugios inescrutables; en la lavadora y el lavavajillas siempre pongo el mismo programa; nunca se me ha ocurrido leer el libro de instrucciones de ningún aparato…
El día que apareció el primer ordenador en mi casa monté una bronca porque pensaba que aquel era un dispendio inútil. Más tarde, me había iniciado en el procesador de textos, utilizaba el buscador, el correo electrónico,… Pero los ordenadores seguían sin emocionarme.
Por eso mi familia no daba crédito cuando dije que tenía un blog. Aquel blog, en principio, no era más que una prueba. Todo en él era casual: blog de verano en tomares porque era verano y yo estaba en Tomares; “Odio el verano” porque así se titulaba la primera entrada.
Pretendía que mis hijas escribieran en él y de esa forma practicaran la expresión escrita pero no se animaron. Así que yo seguí escribiendo.
Tener un blog “secreto” era un poco extraño. Aunque a mí también me daba mucho reparo que alguien pudiera leerme. Escribir, aunque sea ficción, es como desnudarse porque se muestran las interioridades.
En un alarde de atrevimiento empecé a enviar el enlace del blog a mis amistades. Leedme, por favor, les pedía cada vez que publicaba una entrada. Y escribidme un comentario que me hace ilusión.
Me sonrojo al pensar en lo pesada que soy y la generosidad que mostráis cada vez que entráis en mi blog.
Como nació por casualidad, no tiene un objetivo definido. Algunas veces escribe la maestra, otras la madre, la lectora, la mujer,…En algún momento he pensado que quizás debiera tener un blog sobre educación, sobre todo cuando la etiqueta “Escuela” aumenta vertiginosamente. Pero no puedo dividirme en departamentos estancos. Yo soy una maestra que es madre, mujer, amiga, amante de la literatura. Además, cuando escribo sobre educación no pretendo sentar cátedra, sólo expresar lo que me preocupa o emociona de mi trabajo.
El blog me ha permitido conocer otros blogs y leerlos con asiduidad. También me ha servido para perderle el miedo a estos cacharros y adentrarme, poco a poco, en el mundo de las TIC. No tengo un interés especial en aprender herramientas, sólo aquello que voy necesitando para mí o para mi alumnado. Lo que me apasiona de los blogs y las redes sociales es la posibilidad de comunicar, aprender, compartir,…
Mi blog va a cumplir dos años. Le he prometido un banner nuevo, un cambio de imagen, pero le he pedido que no me apremie, porque yo estoy de vacaciones. Es un blog pequeñito, con pocas visitas. No me preocupa que llegue a poca gente. Para mí, el que exista y que alguien lo lea ya es un regalo.
Comentarios
Felicidades, camarada :P
Un abrazo
un abrazo desde la campiña cántabra.