A veces pienso que soy una ilusa por pensar que la escuela es un lugar desde el que podemos cambiar el mundo cuando no hace más que reproducir el modelo social existente.
Es muy peligroso leer en la juventud porque una se puede llegar a creer las palabras y éstas la marcarán el resto de sus días. Por eso culpo a Paulo Freire que me inoculó el veneno de la Pedagogía de la liberación y culpo a Freinet, que quemó la tarima de su aula y me enseñó a escribir con un texto libre. A ellos culpo, entre otros y otras, porque me parece que no hago las cosas bien y que ésta no es la escuela que quiero.
La escuela a la que acudo cada día no es una escuela pública que ofrezca igualdad de oportunidades. Al contrario, si tu entorno familiar es de clase media, con familia universitaria, partes con una ventaja inicial difícil de alcanzar. Porque en casa tendrás ayuda, estímulos, clases particulares y lo que es más grave, un nivel de exigencia que te impide bajar del notable. Éste es otro tema importante. No importa lo que se aprenda sino las notas que se saquen. No importa el esfuerzo y el trabajo bien hecho si no viene refrendado con un sobresaliente. Con lo feliz que yo era con el PA, ¿por qué tuvieron que volver las notas? Quizás volvieran para que sea más fácil encasillar al alumnado y decir tranquilamente:” Esta niña es de sobresaliente, este niño es de notable” Así nos va, ahora a las familias sólo les interesa los notables o los sobresalientes, so pena de castigos y riñas que producen ansiedad en niños y niñas.
Pero si tu entorno no cumple con el estándar lo tienes crudo. Da igual que seas una chica lista, que te esfuerces diariamente, que vayas al colegio con motivación y alegría , lo vas a tener muy crudo, porque la escuela a la que vas no hará más que ahondar tu desventaja inicial y hará imposible una equidad real en la educación. Si además te topaste con algún maestro que le insinuó a tu madre que no tenías mucha “capacidad”, te perseguirá este estigma de por vida sin que nadie se plantee que el que no tenía capacidad era el maestro.
Esta desigualdad es mayor en el área de los idiomas. Es bien sabido que su aprendizaje depende en gran medida de la cantidad de inmersión en esta lengua. Las familias lo saben perfectamente y apuntan a sus vástagos a academias desde edades tempranas. Tres horas de inglés semanales durante cinco o seis años marcan grandes diferencias entre dos tipos de alumnado, los que tienen inglés extraescolar y los que no lo tienen, los primeros fuertemente motivados desde sus casas, los segundos con muchas dudas sobre la necesidad de aprender idiomas. Si además la LOE baja el número de horas mínimas que se dedican a la lengua extranjera, la escuela se convierte en un complemento de la academia.
Si a esto añadimos el tema del bilingüismo, el acceso a la tecnología, las diferentes expectativas en cuanto al género y la hora y media de religión, temas sobre los que habría que discutir ampliamente y otros que nos producen hartazgo porque después de décadas de debate no han sido solucionados, no terminaríamos nunca.
Por lo que parece esta situación se hace aún más patente en la ESO y encima la Administración premia a la directora de un instituto famoso por su índice de fracaso escolar.
Sólo me queda sacar fuerzas con la confianza de que esta profesión me sigue apasionando.
Es muy peligroso leer en la juventud porque una se puede llegar a creer las palabras y éstas la marcarán el resto de sus días. Por eso culpo a Paulo Freire que me inoculó el veneno de la Pedagogía de la liberación y culpo a Freinet, que quemó la tarima de su aula y me enseñó a escribir con un texto libre. A ellos culpo, entre otros y otras, porque me parece que no hago las cosas bien y que ésta no es la escuela que quiero.
La escuela a la que acudo cada día no es una escuela pública que ofrezca igualdad de oportunidades. Al contrario, si tu entorno familiar es de clase media, con familia universitaria, partes con una ventaja inicial difícil de alcanzar. Porque en casa tendrás ayuda, estímulos, clases particulares y lo que es más grave, un nivel de exigencia que te impide bajar del notable. Éste es otro tema importante. No importa lo que se aprenda sino las notas que se saquen. No importa el esfuerzo y el trabajo bien hecho si no viene refrendado con un sobresaliente. Con lo feliz que yo era con el PA, ¿por qué tuvieron que volver las notas? Quizás volvieran para que sea más fácil encasillar al alumnado y decir tranquilamente:” Esta niña es de sobresaliente, este niño es de notable” Así nos va, ahora a las familias sólo les interesa los notables o los sobresalientes, so pena de castigos y riñas que producen ansiedad en niños y niñas.
Pero si tu entorno no cumple con el estándar lo tienes crudo. Da igual que seas una chica lista, que te esfuerces diariamente, que vayas al colegio con motivación y alegría , lo vas a tener muy crudo, porque la escuela a la que vas no hará más que ahondar tu desventaja inicial y hará imposible una equidad real en la educación. Si además te topaste con algún maestro que le insinuó a tu madre que no tenías mucha “capacidad”, te perseguirá este estigma de por vida sin que nadie se plantee que el que no tenía capacidad era el maestro.
Esta desigualdad es mayor en el área de los idiomas. Es bien sabido que su aprendizaje depende en gran medida de la cantidad de inmersión en esta lengua. Las familias lo saben perfectamente y apuntan a sus vástagos a academias desde edades tempranas. Tres horas de inglés semanales durante cinco o seis años marcan grandes diferencias entre dos tipos de alumnado, los que tienen inglés extraescolar y los que no lo tienen, los primeros fuertemente motivados desde sus casas, los segundos con muchas dudas sobre la necesidad de aprender idiomas. Si además la LOE baja el número de horas mínimas que se dedican a la lengua extranjera, la escuela se convierte en un complemento de la academia.
Si a esto añadimos el tema del bilingüismo, el acceso a la tecnología, las diferentes expectativas en cuanto al género y la hora y media de religión, temas sobre los que habría que discutir ampliamente y otros que nos producen hartazgo porque después de décadas de debate no han sido solucionados, no terminaríamos nunca.
Por lo que parece esta situación se hace aún más patente en la ESO y encima la Administración premia a la directora de un instituto famoso por su índice de fracaso escolar.
Sólo me queda sacar fuerzas con la confianza de que esta profesión me sigue apasionando.
Comentarios
No vamos a salvar a nadie y puede que nadie necesite ser salvado o salvada.
Las injusticias seguirán aquí cuando nos hayamos muerto.
A mí me sirve no entrar en el juego de la falsedad, la manipulación y el trato discriminatorio.
Y la única opinión que me interesa es la de mi alumnado, que son los que de verdad saben cómo trabajo.
Lo demás es humo y en botes herméticos se puede vender.
No vendemos nada en la escuela pública. O no deberíamos.
En la escuela pública construimos conocimiento y aprendemos a ser mejores personas fijándonos en lo que hacen nuestros niños y niñas.
;))
La clase media que tú apuntas es consumidora de esos titulares, en mayor o menor medida, y no toleran una nota mediocre de sus hijas e hijos. Esa clase confunde el éxito (sustantivo anteriormente mencionado) como si fuese una prioridad en la vida, por encima de vivir, de ser niños y niñas o de aprender sobre este mundo que nos ha tocado.
Ahora ya no me molesta dar la razón a Lola porque ya no es mi jefa, y comparto la idea de ocuparnos nosotros de lo que esté a nuestro alcance, de ver en los ojos de nuestro alumnado qué necesitan, de explicarles lo mejor posible lo verdaderamente importante del género humano (y no son sólo las matemáticas, el inglés o el cono) y disfrutar mucho de nuestro trabajo, que aún se puede.
Un beso muy fuerte para vosotras.
Saludos.
Cuando pienso en todo me pregunto si soy yo la que está equivocada o son los demás. Hablo y veo la mirada de los otros como si estuviera loca.
Ahora, después de estos comentarios, ya sé que lo que digo hay gente que puede comprenderlo.
¡Que tranquilidad!
Me ha gustado leerte y redescubrir que somos más las personas que pensamos distinto.
Yo también era feliz más feliz con el PA y con unas reflexiones de tipo cualitativo que de forma manuscrita pasaba a mi compañera del ciclo siguiente y en las que contaba de cada niña y niño como iba en las diferentes áreas, lo que más le gustaba, como era su modo de aprender, y aveces las "cosas graciosas" que tenía o con que solía tener malos momentos.
Era algo entre ella y yo de modo informal, que no se pasaba a sus expedientes pero que a mi no me importaba hacer sin tener una fecha concreta y a ella le gustaba recibir porque le "daba pistas".
Es verdad que somos muy poca cosa, que no vamos a cambiar el mundo y que probablemente nuestro poder es demasiado pequeño, pero no debemos olvidar algo sobre lo que sí tenemos poder "nosotras" y podemos trasmitir que perseveramos, que queremos otra escuela, que la palabra inclusividad nos gusta, la creemos y la practicamos, que somos felices trabajando con niñas y con niños sean de la familia que sean.
Y sobre todo, que nos preocupamos de seguir avanzando y mejorando porque con la buena voluntad no basta y para hacer un trabajo serio debemos observar, analizar, reflexionar y cambiar para avanzar siempre en compañía de otras gentes que como nosotras se creen esto de la escuela pública.
Y soy consciente de que lo vengo cambiando desde que un profesor mío a los 14 años me pidio que escribiera sobre la pena de muerte en el Burgos franquista de aquellos años. No me dijo lo que tenía que poner sólo me pidio que escribiera mi propia opinión. Fue como pulsar un interruptor y empecé a tener ideas propias, mías, diferentes, y además empecé a luchar en voz alta para defenderlas. Y no he parado. ,
Como dice Carmenca me doy la oportunidad y también se la doy al alumnado de hacer un trabajo serio, de observar, analizar, reflexionar y cambiar para avanzar siempre en compañía de otras gentes que como nosotras se creen esto de la escuela pública, y creen por encima de todo en que la justicia debe orientar nuestras vidas.
Que bueno que los artículos sigan vivos durante tanto tiempo.
Gracias, Yolanda, por tu comentario.