Ahora que de casi todo hace ya veinte años
Gil de Biedma
Dentro de veinte años, el 2009 aparecerá en los anuarios como el año de la crisis financiera. Tal vez se mencione que la gripe A surgió en México para extender el temor por todo el mundo, durante unos días. Sin lugar a dudas, los aficionados al fútbol recordarán que Guardiola llevó al Barça a la gloria conquistando tres títulos. Y que el Betis bajó a segunda entre lágrimas de su afición.
Dentro de veinte años, quizás permanezcan en nuestra mente los acordes de Cold Play cantando Viva la vida, pero todo ello carecerá de importancia. Para vosotros y vosotras, 2009 será el año en que dejasteis el colegio y emprendisteis una nueva andadura, el año en que os empezó a abandonar la infancia.
Dentro de veinte años tal vez hayáis olvidado cuánto vale el número ∏ o la diferencia entre sustantivos individuales o colectivos o si el río Guadiana sufre el estiaje. En cambio, podréis rememorar el olor a tiza y a lápiz, el nombre de vuestros amigos y amigas, las travesuras de uno u otra. Permanecerán en vuestra memoria los juegos en el patio, las risas de las bromas y los chistes malos, el color de los olivos en primavera, la magia de los asientos traseros del autobús, la inolvidable aventura del viaje de sexto,…
Dentro de veinte años, utilizaréis tecnología que somos incapaces de imaginar y la adquisición de conocimientos se hará de forma bien distinta. Sin embargo, es muy probable que esta escuela siga existiendo y quizás acudáis de la mano pequeña y temblorosa de un niño, de una niña, en su primer día de colegio y os emocionaréis al pensar que ésta también fue vuestra escuela.
Dentro de veinte años, nosotras ya no estaremos aquí (esperemos que el sistema de pensiones aguante hasta entonces). Habrá otros maestros y otras maestras.
Por el camino de la vida, se nos olvidará algún nombre, se difuminarán vuestros rostros, confundiremos las promociones, pero nunca dejaremos de ser vuestras maestras.
Entonces ya no tendrán sentido los enfados por los deberes sin hacer o los materiales olvidados y sólo quedará lo verdaderamente importante: vuestra inocencia, vuestra ilusión y el cariño que se instaló en nosotras para siempre. Porque la dicha de una maestra es encontrar a una antigua alumna en un aeropuerto y que te cuente que está haciendo un Erasmus, mientras, asombrada, te pregunta cómo es posible que recuerdes su nombre; la emoción de una maestra son las primeras notas del instituto, cuando aún no habéis roto el cordón umbilical con la escuela, y llegáis en navidad con el boletín en la mano; la felicidad se aloja en el Corte Inglés cuando el dependiente te atiende como si fueras una reina por la única razón de que fuiste su maestra.
Algún día, cuando pasen veinte años, tal vez acompañéis a vuestros niños y niñas a crecer a la sombra de los olivos de este patio y conservéis un recuerdo cariñoso para quienes han sido vuestros maestros y vuestras maestras.
Comentarios
Carmela. xxx
Un beso