(Un guiño para las personas que cambian el mundo)
Es muy poco probable que esta película, alquilada distraídamente en el vídeo club de mi pueblo, pase a la historia del cine. Estrenada en 2007, dirigida y escrita por Stuart Townsend recrea los sucesos acaecidos en esta ciudad americana en 1.999, donde grupos antiglobalización que protestaban pacíficamente pusieron en jaque a la Organización Mundial del Comercio.
Aunque la estructura de la película no plantea ningún reto más allá de los normales artificios hollywoodienses, el guión, lejos de demonizar a los manifestantes nos plantea la incompetencia de las autoridades para manejar la situación. El desconcierto ante la insistencia de los activistas los lleva a utilizar métodos violentos, declarar el estado de excepción y apresar a seiscientas personas, entre ellas una periodista pija que pasaba por allí.
Los personajes no son planos ni previsibles,
empezando por el alcalde desesperado y terminando por el violento policía cuya mujer se ha visto envuelta en los disturbios y agredida por otros policías.
Los líderes antiglobalización, aunque tienen sus propias contradicciones, son los héroes y las heroínas. El atormentado, barbudo y guapo ecologista arrastra su lucha mezclada de fuertes emociones; su amiga abogada se plantea constantemente la utilidad de tanto sacrificio pero se pone al frente de la movilización cuando es preciso. El mejor, sin duda, el negro defensor de las tortugas. Siempre optimista y esperanzado, argumenta la conexión entre la extinción de estos animales, el cambio climático, el cierre de fábricas y la hambruna en el tercer mundo. Cuando el ecologista se desespera, él replica sonriente: “Poquito a poco”.
Esta película no pasará a la historia, pero trata sobre personas que hacen historia aunque no aparezcan en las enciclopedias. Son hombres y mujeres que, con sus convicciones, poco a poco, logran cambiar el mundo. La pena es que los cambios son demasiado lentos, por el camino se pierden muchas tortugas y toda una vida no basta para ver los frutos.
Comentarios
Un beso.
Pepa